lunes, 26 de abril de 2010

Fiebre de sábado

Son las 3:00 am, Rodrigo está escuchando, obligado, canciones que no quiere oír, cumbias con letras que no entiende, canciones que al parecer son súper antiguas.
Como todos los sábados sus adorables vecinos han armado un toldo para celebrar con música a todo volumen algún acontecimiento sin importancia. Esto no es solo un decir, los vecinos de Rodrigo tienen todos los sábados alguna razón para tomar y festejar. Hoy es cumpleaños de la señora de la casa, han contratado un animador, una animadora y un tecladista, ahora la música es en vivo, hay mayor volumen, es peor.
Él ya se acostumbró a no dormir bien los sábados, mejor dicho a no dormir, los vecinos desgraciados arman su jarana todos los fines de semana, resulta que el señor vecino trabaja en una gran cervecería; con razón nunca les falta trago.
El animador tiene voz de marica y la animadora canta como si estuviera frente a miles de personas, canta como si quisiera ganar la antorcha de viña, se esfuerza en gritar los coros de las canciones.
Ahora que se acercan las elecciones municipales Rodrigo espera que algún candidato se comprometa a poner la tranquilidad de los vecinos por encima de todo, que si una familia quiere hacer algún súper reventón que tengan que pedir permiso al resto de vecinos.
Si Rodrigo fuera candidato ofrecería a los vecinos un barrio sin borrachos tirados en las veredas los domingos por la mañana, un barrio sin testigos de Jehová tocando la puerta los domingos a las 10:00 am, un barrio sin moto taxis que parecen mini discotecas, un barrio más tranquilo.
Rodrigo está con gripe, quiere descansar, pero estos vecinos y su gran celebración no le permiten cerrar ni un ojo. ¿Dónde están los pandilleros que antes pasaban tirándose piedra por esta calle? Deberían pasar por aquí y saquearlo todo, llevarse los bocaditos, las cervezas, las carteras de las invitadas y los parlantes, sobre todo esto, los malditos parlantes.
La bulla no deja que Rodrigo escriba mas, está con fiebre, solo quiere dormir, tomó una pastilla que decía que no causaba irritación, parece que estos vecinos causan más irritación que cualquier tipo de medicamento.

sábado, 10 de abril de 2010

Robo en el estadio

Rodrigo es fanático del futbol y es hincha de Alianza Lima. El equipo se jugaba su clasificación a la segunda fase de la copa libertadores el día jueves en la noche. El fanatismo puede más que cualquier cosa. Rodrigo salió corriendo del trabajo para tomar un taxi y dirigirse a Matute (estadio de Alianza). Se encontró con el primer inconveniente ni bien llegó a la avenida. Ningún taxista quería ir a Matute. ¿Por qué?
Eran las 6:20 Pm, hora “punta” en Lima.”Mucho tráfico” era la excusa que dieron 8 taxistas a Rodrigo. Es cierto que había tráfico pero esa no era la razón por la cual los taxistas no querían ir a Matute. El estadio está situado en una zona no muy tranquila de Lima. Zona que los taxistas tienen miedo de visitar y más aun un día en el que hay partido. Si pues, ese mismo taxista al que le gusta contar sus hazañas de juventud y dársela de vivo, de malo, de achorado y pendejo se caga de miedo de ir a Matute.
Es que de lejos todos somos machitos pues pero a la hora de la verdad nos quedamos quietos sin decir ninguna palabra.
El noveno taxista aceptó ir a Matute por 15 soles (de San Miguel a Matute), fue un robo pero no quedaba de otra, era tarde y había que llegar al estadio rápido. Rodrigo vio como el taxista le robaba y no hizo nada, pagó los 15 soles calladito nomas.
Si a Rodrigo le hubieran contado esa historia el hubiera dicho: “no seas huevón, yo que tú le hacia el pare al taxista y le pagaba menos”
Es que de lejos todos somos machitos pues pero a la hora de la verdad nos quedamos quietos sin decir ninguna palabra.
Ya dentro del estadio el que hizo el robo fue el árbitro que cobro faltas que solo él vio y se dedico a llenar de tarjetas a los aliancistas. Segundo robo del cual Rodrigo fue testigo esa noche.
A la salida Rodrigo y miles de personas más que también salían del estadio caminó hacia la AV. Arequipa. En el parque ubicado en plena avenida (Parque del estadio se llama porque está ubicado en la entrada hacia el estadio nacional), sucedía algo, el tercer robo del cual Rodrigo estaba siendo testigo.
Este robo fue el más chocante, eran 4 malhechores robándole a una pareja sentada en el parque, en un parque por el cual, en ese momento, transitaba mucha gente. Rodrigo y toda la gente que estaba en el paradero también lo estaban viendo. ¿Por qué nadie hizo nada? Eran cientos de personas las que estaban ahí viendo el robo, los rateros eran solo 4.
Lamentablemente en Lima es así, te roban enfrente de todos y nadie hace ni dice nada, quizá por temor a que el ratero te haga daño con algún arma.
Pero esta vez no hubo perdón que valga, los rateros revisaron los bolsillos de la pareja, cogieron lo que encontraron y se fueron caminando mientras todos veían lo que acababan de hacer con la más gran indiferencia. Fueron testigos del robo durante todo el tiempo que duró y nadie se atrevió a hacer absolutamente nada.
Es que de lejos todos somos machitos pues pero a la hora de la verdad nos quedamos quietos sin decir ninguna palabra.

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