martes, 22 de diciembre de 2009

Despedida 2009

Ya tenía hace mucho tiempo un blog dedicado a lo que me apasiona, el futbol. Pero este año casi por casualidad y, para decirles la verdad, webeando en la web (parece redundante pero eso es lo que uno hace en la web ¿no?), encontré este tipo de blogs, los blogs personales. Nunca pensé que crear a un personaje como Rodrigo y hacerlo vivir situaciones muy parecidas a las que yo vivo, iguales en algunos casos, me serviría como terapia. Cada que escribo lo que Rodrigo piensa sobre determinada persona o situación siento como si estuviera gritando lo que no puedo decir ni siquiera en voz baja en algunos casos. Cuando inicie la aventura de escribir en este blog no pensé que existiría gente como tú, amigo lector, que estuviera dispuesta a gastar su tiempo leyendo historias reales y otras no tan reales, que le suceden a un personaje que salió de mi cabeza para vivir entre letras y páginas web olvidadas pero que sin embargo se ha hecho a sí mismo un lugar en la blogosfera. Agradezco a los que además se dan tiempo de dejar comentarios. A pesar de que este blog era recontra joven me invitaron a la reu de bloggers que, aunque parezca extraño, se realizó en un hostal y a la cual tuve el gusto de asistir. Ojala que el próximo año me inviten nuevamente.
Y bueno, en resumen; este año significó para mí el ingreso al mundo blogger en una forma más personal y la verdad que me gustó.
Quedan sólo 10 días para que termine el año y anunció que Rodrigo se tomará unas vacaciones hasta Enero, mes en el cual volverá con las historias de siempre, espero que este fin de año traiga muchas cosas que se puedan contar.
Además dejo el link del que, a mi parecer fue el mejor post de este año:http://rodrigolodigoonolodigo.blogspot.com/2009/06/con-ella-en-el-estadio.html
Sin nada más que decir o escribir me despido deseándoles Feliz Navidad y próspero 2010 para todos!!!!

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¡Cuidado bebé a bordo!

¡Cuidado bebé a bordo! Es una frase que se suele usar en afiches que los conductores pegan en sus autos cuando transportan a un niño dentro de estos.
Rodrigo cree que esta advertencia no sólo debería ser dada a los demás conductores sino que también a los que comparten el transporte con esas adorables criaturas.
Es desesperante escuchar el berrinche de un niño durante todo el viaje; el bebé llora y llora. Le dan su biberón y el condenado mocoso lo rechaza y lo aleja de su boca, hace gestos que ni la madre ni nadie entiende, el pequeño balbucea algunas lisuras y vuelve a gritar y llorar. Asumo que lo que balbucea son lisuras porque no creo que esté con ganas de hablar cariñosamente con alguien que trata de meterle a la fuerza un chupón en la boca.
Los gritos de los bebés son más fuertes que cualquier MP4 funcionando a su máximo volumen.
Pero esto no es lo peor de coincidir con un bebé en el transporte público. Creo que todavía hay algo peor.
Día Martes 1 de Diciembre, 7.00 pm en Lima. Esta hora es conocida como la “hora punta” ya que es en esta hora cuando se presenta la mayor cantidad de tráfico.
Rodrigo se dirige a sus clases de inglés a bordo de una combi. El tráfico es pesado y los carros avanzan lento; pero la música del carro no es aburrida y esto hace un poco ameno el viaje. El niño que lleva una mujer sentada frente a Rodrigo está profundamente dormido y no parece ser una amenaza para los oídos de los pasajeros.

En efecto el niño no resultó ser ninguna amenaza para los oídos de los demás pero si lo fue para las narices. De un momento a otro se comenzó a sentir un olor a caca inconfundible, era un hecho consumado, el niño se había cagado en su pañal y el olor comenzó a inundar el vehículo.
Las ventanas comenzaron a abrirse una tras otras y la madre empezó a ruborizarse porque de seguro se había dado cuenta de lo que pasaba, todos los pasajeros la miraban con odio y disgusto. Rodrigo pensó seriamente en regalarle una moneda a la señora para que tenga la amabilidad de tomar otro carro.
Diez minutos más tarde la señora bajo con su niño en brazos y los pasajeros pudieron por fin respirar tranquilos. Fueron diez minutos eternos, diez minutos soportando un olor a caca interminable. Definitivamente prefiero escuchar a un niño llorar media hora antes que soportar sus cagadas un par de minutos.
Queda claro que los bebés no tienen la culpa de nada y que algún día, como padre, seguramente me tocará soportar las cagadas de mi hijo.


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